De actualidad:
extraído de http://www.eleconomista.com.ar/?p=5949
Competitividad sistémica
En este marco, la teoría económica es bien clara. El tipo de cambio
real brinda competitividad y/o protección no sustentable y de corto
plazo, es decir, una clase de competitividad que puede rápidamente
evaporarse tan sólo con un cambio de política cambiaria, monetaria o
fiscal en nuestros competidores y/o socios comerciales. En este marco,
la teoría económica recomienda que los países apunten a mejorar su
competitividad sistémica, que es totalmente independiente del tipo de
cambio real. A diferencia de la competitividad (protección) por tipo de
cambio, la competitividad sistémica no depende de variables
internacionales fuera de nuestro control, es decir, no se encuentra
expuesta a las decisiones en otras economías.
Por el contrario, la competitividad sistémica depende de la calidad
de nuestras políticas de largo plazo. La competitividad sistémica es la
competitividad “de verdad” y por eso es sustentable y perdura en el
largo plazo. La competitividad sistémica tiene en cuenta la calidad de
las instituciones, de la infraestructura, el ambientemacroeconómico, la
salud y educación primaria, la educación superior y el entrenamiento, la
eficiencia del mercado de bienes, la eficiencia del mercado laboral, el
desarrollo del mercado financiero, la preparación tecnológica, la
sofisticación de los negocios y el grado de innovación.
El país vs. la región
¿Dónde se encuentra la Argentina en términos de competitividad
sistémica tanto a nivel regional cómo mundial? De acuerdo con el
relevamiento del Foro Económico Mundial, en materia de competitividad
sistémica el país ocupa el puesto 94 de 144 países relevados. En la
región sudamericana, la Argentina (94º) ocupa el séptimo lugar detrás de
Chile (33º), Brasil (48º), Méjico (53º), Perú (61º), Colombia (69º) y
Uruguay (74º).
La Argentina no sólo se ubica en el puesto 94º a nivel mundial y
séptima puesto a nivel regional, sino que es el peor país de la región
en cada uno de los tres subíndices que conforman el índice de
competitividad sistémica. En requerimientos básicos, ítem más importante
dentro de la competitividad sistémica, la Argentina en la región está
última “cómoda”, ocupando el puesto 96º a nivel mundial.
Es más, al abrir requerimientos básicos, encontramos que la calidad
de las instituciones argentinas es por lejos la peor de los siete países
evaluados en la región. Mientras que nuestras instituciones ocupan el
puesto 138º a nivel mundial, las instituciones de Chile (28º), Uruguay
(36º) y Brasil (79º) obtienen un posicionamiento mucho mejor. Es más,
las instituciones de Méjico (92º), Perú (104º) y Colombia (109º) también
obtienen una mejor calificación que nuestras instituciones.
Al mismo tiempo, en ambiente macroeconómico, la Argentina (94º)
también ocupa el peor puesto de los siete países evaluados en la región,
muy por detrás de Chile (14º), Perú (21º), Colombia (34º), Méjico
(40º), Brasil (62º) y Uruguay (63º). En materia de infraestructura, la
Argentina ocupa el puesto 86º a nivel mundial, lo cual la ubica quinta a
nivel regional por delante de Perú (89º) y Colombia (92º), pero detrás
de Chile (45º), Uruguay (49º), México (68º) y Brasil (70º). La Argentina
sólo está bien en salud y educación primaria, en dónde está 59º a nivel
global y segunda en la región, sólo detrás de Uruguay (50º) pero por
delante de México (68º), Chile (74º), Colombia (85º), Brasil (88º) y
Perú (91º).
La foto de la competitividad sistémica argentina no es buena, pero la
película es aún peor. Mientras que los países de la región han
aprovechado los últimos ocho años de excepcional bonanza internacional
para mejorar su competitividad sistémica, la competitividad argentina
empeora año tras año. En los últimos dos años, la Argentina perdió siete
lugares el ranking de competitividad sistémica mundial mientras que
Chile (3), México (13), Perú (12), Brasil (10), Paraguay (4) y Bolivia
(4) mejoraron varias posiciones. De hecho, en la actualidad, la
competitividad sistémica de la Argentina (94º) se encuentra mucho más
cerca de Paraguay (116º) y Bolivia (104º) que de Chile, Brasil, Perú,
Colombia o Uruguay (74º).
En definitiva, el problema de la Argentina es que tiene una muy baja
competitividad, y que se ubica por debajo de la de sus socios y
competidores de la región. Justamente, la macroeconomía de nuestros
países vecinos puede convivir y funcionar “bien” con tipos de cambio
reales más bajos quela Argentina, porque sus economías presentan una
competitividad sistémica mayor que la que tiene nuestro país. Además,
esta mayor competitividad sistémica se traduce generalmente en más
inversión, mayor creación de puestos de trabajo, más baja tasa de
desempleo y crecimiento económico menos volátil y más sustentable.
Dejemos de pensar en devaluar. Dejemos de pensar que el tipo de
cambio puede solucionar todos los problemas. La teoría y la evidencia
empírica demuestran lo contrario. No tapemos los problemas con el tipo
de cambio. Hay que trabajar en infraestructura económica, en la calidad
de instituciones y las políticas económicas. Hay que atacar los
problemas de fondo de nuestra economía. Hay que mejorar la
competitividad sistémica.
Se agradece el artículo, me parece que nos da una idea de dónde y cómo estamos ubicados en el mundo y que resultados trae. A tener en cuenta al momento de tomar decisiones. Saludos!
ResponderBorrar